jueves, 23 de agosto de 2012

LA MONTAÑA MÁGICA

 
 
En lo más profundo de la gran montaña, en un gran laberinto de túneles creado por los grandes magos, vivía encerrada la peor de las fieras, una bestia horrible a quien todos conocían por el nombre de Kratón. Había sido encerrado allí tras aterrorizar a todos los pueblos, en un laberinto mágico con una única entrada y salida que cambiaba de lugar cada día.
Pero ocurrió que llegó a aquellas tierras un hombre de corazón malvado, perverso hasta el extremo, cuyo único deseo era someter a todos los hombres del reino. Se llamaba Jafa, y tanta prisa sentía por cumplir sus deseos, que al enterarse de la existencia de Kratón, pensó en liberarlo para que le ayudara a completar sus planes, por muy peligroso que fuera el monstruo.
Así, Jafa marchó hacia la gran montaña con todos sus sirvientes. Eran tantos y tan temerosos de su amo, que no tardaron en encontrar la entrada del laberinto. Uno de sus esclavos, gran sabio, ideó la forma de mostrarle la salida cada día, desde fuera, una vez que el hombre estuviera en el interior de la montaña.
- Sólo una cosa más, mi señor- dijo el esclavo tras explicarle el sistema-. Cuando vayáis a salir del laberinto, debéis esperar a que sea de noche. Por nada del mundo salgáis a plena luz del día...
Y sin querar escuchar más, Jafa se introdujo en el laberinto. A gritos, en medio de una gran oscuridad, comenzó a llamar al monstruo, explicándole sus intenciones. Él le sacaría del laberinto si a cambio Kratón permanecía a su servicio, aterrorizando al pueblo, durante al menos diez años.
El monstruo, también a gritos, estuvo de acuerdo con la oferta del malvado, pues sólo quería salir de allí para vengarse. Cuando tras varios días se encontraron en medio de la más negra oscuridad, celebraron su terrible pacto. Y siguiendo el sistema que Jafa había acordado con su esclavo, no tardaron en encontrar la salida. Al acercarse, la brillante luz del sol asomaba a la entrada del laberinto, y Jafa recordó las palabras del esclavo. Lleno de impaciencia, el malvado se sentó a esperar, pero la bestia, viéndose libre, no quiso ni oír hablar de más esperas, y olvidándose del pacto, salió corriendo del laberinto.
Desde dentro, Jafa oyó los terribles gemidos de dolor de Kratón. Sentía un gran miedo, pero también la necesidad de salir a ver lo ocurrido con su bestia. Y aunque seguía recordando las palabras de su esclavo, decidió salir.
Nada más asomar su rostro Jafa, la luz del sol y la de otros mil espejos dispuestos por el sabio esclavo para iluminar aquel punto atravesaron sus ojos. Ojos que, indefensos por la oscuridad en la que habían vivido durante días, se quemaron al instante, dejando ciego de por vida al impaciente Jafa, como poco antes había ocurrido con Kratón. Y así, ambos malvados, ciegos, torpes e impacientes, ni siquiera pudieron ver cómo fracasaban sus planes, quedando para siempre castigados a una vida de oscuridad, junto a las demás criaturas de la noche.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán

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